martes, 26 de octubre de 2010

Cinco - El alumno espiritual de los sabios



Eran las ocho de la tarde y yo aún no había preparado mi alegato para el día siguiente. Estaba fascinado por la experien­cia de aquel antiguo guerrero de la abogacía que había cambia­do radicalmente de vida después de convivir y estudiar con aquellos sabios maravillosos del Himalaya.
Las sesiones empezaban antes del alba. El yogui Raman se sentaba con su entusiasmado alumno y llenaba su mente de ideas sobre el significado de la vida y de técnicas poco conoci­das para vivir con mayor vitalidad, creatividad y satisfacción. Le enseñaba viejos principios que, según decía, cualquiera po­día utilizar para conservarse joven y ser más feliz. Julián apren­dió también que las disciplinas gemelas del dominio personal y la autorresponsabilidad impedirían que volviera al caos de la crisis que había caracterizado su vida en Occidente.
Sentado a solas en mi despacho, comprendí lo pequeño que es en realidad nuestro mundo. Pensé en los amplísimos conoci­mientos que apenas empezaba a vislumbrar. Pensé en lo que sería recuperar mis ganas de vivir, y en la curiosidad que yo ha­bía sentido de joven. Quería sentirme más vivo y aportar ener­gía desbordante a mi vida cotidiana. Tal vez yo también aban­donaría mi profesión.

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