martes, 26 de octubre de 2010

Tres - La milagrosa Transformacion de Julian Mantle


Fue Julián quien habló primero. Me dijo que el mundo hiper-competitivo de la abogacía se había cobrado su precio, no sólo física y emocionalmente, sino también en lo espiritual. El ritmo trepidante y las incesantes exigencias del trabajo le habían agota­do por completo. Admitió que igual que su cuerpo se venía aba­jo, su mente había perdido brillo. El infarto no fue sino un sín­toma de un problema más hondo. La presión constante y el extenuante trabajo de un abogado de primera categoría habían destruido asimismo su más importante –y quizá más humana– cualidad: su espíritu. Cuando su médico le planteó el ultimátum de renunciar a la abogacía o renunciar a la vida, Julián creyó ver una oportunidad de oro de reavivar el fuego interior que había conocido de joven, un fuego que había ido extinguiéndose a me­dida que el derecho pasó de ser un placer a volverse un negocio.
Fue Julián quien habló primero. Me dijo que el mundo hiper-competitivo de la abogacía se había cobrado su precio, no sólo física y emocionalmente, sino también en lo espiritual. El ritmo trepidante y las incesantes exigencias del trabajo le habían agota­do por completo. Admitió que igual que su cuerpo se venía aba­jo, su mente había perdido brillo. El infarto no fue sino un sín­toma de un problema más hondo. La presión constante y el extenuante trabajo de un abogado de primera categoría habían destruido asimismo su más importante –y quizá más humana– cualidad: su espíritu. Cuando su médico le planteó el ultimátum de renunciar a la abogacía o renunciar a la vida, Julián creyó ver una oportunidad de oro de reavivar el fuego interior que había conocido de joven, un fuego que había ido extinguiéndose a me­dida que el derecho pasó de ser un placer a volverse un negocio.
Durante las primeras etapas del viaje, Julián buscó a cono­cidos y respetados profesores. Me dijo que todos sin excepción le recibieron con los brazos y los corazones abiertos, compar­tiendo con él todos los conocimientos que habían absorbido en sus largas vidas de callada contemplación sobre los más su­blimes temas relacionados con la existencia. Julián trató de describir la belleza de los templos antiguos esparcidos por el místico paisaje de la India, edificios que parecían leales guar­dianes de la sabiduría de los tiempos. Dijo también que le emocionó la sacralidad de aquellos lugares.
Los primeros días no presentaron dificultad. A veces encon­traba a alguno de los alegres lugareños del pueblo de más abajo caminando por un sendero en busca quizá de madera para ta­llar o del santuario que aquel lugar ofrecía a quienes se atrevían a aventurarse tan cerca del cielo. Otras veces caminaba solo, empleando el tiempo para reflexionar sobre dónde había estado a lo largo de su vida... y hacia dónde se dirigía ahora.

No hay comentarios: