martes, 26 de octubre de 2010

Ocho - Encender el fuego interior



El día en que el yogui Raman me explicó esta pequeña fá­bula, allá en las cumbres del Himalaya, fue bastante similar al de hoy en muchos aspectos –dijo Julián.

–¿De veras?

–Nos encontramos al anochecer y nos despedimos de madrugada

Se produjo tal química entre los dos que el aire parecía crepitar de electricidad. Como te he mencionado antes, desde el momento en que conocí a Raman tuve la sen­sación de que era para mí el hermano que nunca tuve. Esta noche, sentado aquí y disfrutando de esa mirada tuya de in­triga, siento la misma energía y el mismo vínculo. Te diré también que siempre pensé en ti como en un hermano pe­queño. Y para serte franco, veía muchas cosas de mí mis­mo en ti.
En las horas que siguieron, aprendí de Julián que las perso­nas más desarrolladas y realizadas comprenden la importancia de explorar sus talentos, averiguar su propósito personal y aplicar sus dones humanos en esa dirección. Hay personas que sirven desinteresadamente a la humanidad como médicos, otros lo hacen como artistas. Algunos descubren que son gran­des comunicadores y se convierten en maestros maravillosos, mientras que otros acaban viendo que su legado tendrá la for­ma de innovaciones en el campo de los negocios o la ciencia. La clave está en tener la disciplina y la visión necesarias para ver cuál es tu misión heroica y asegurarte de que sirva a los demás.

No hay comentarios: